lunes, 22 de abril de 2013

GATEAR

Hoy estoy aquí para anunciaros que la pseudo tranquilidad que reinaba en mi casa se ha terminado. En su momento, cuando pensé en hacer un blog con la temática de mí día a día con mis peques y mi Santa quería ir poniendo los avances mes a mes de la bebé. Pero como podéis ver por los posts anteriores a este, no he cumplido mi deseo. La bebé tiene ya diez meses y no he escrito nada sobre ella, hasta hoy.

Como he dicho al principio, en mi casa ya no podemos estar tranquilos. Y ¿a qué es debido esto? os preguntaréis sabiamente. Pues a que (el título de post da una buena pista) la bebé ya ha empezado a gatear.

Normalmente, cuando eres primerizo, te intentas informar de todo y sobre todo. Miras en Internet, lees libros, hablas con otros padres...todo para saber cuando empiezan los bebés a fijar la vista, a coger cosas, a coger cosas porque quieren cogerlas (porque es muy distinto que le pongas algo en la mano y lo sujete, a que vea algo, estire la mano y lo coja), cuando empieza a decir mamá o papá...

Y si llega ese mes que en teoría debía "conseguir" hacer algo de eso y no lo consigue u otros bebés de su edad sí lo hacen, te puedes frustrar. Ese sentimiento no te sucede cuando tienes más hijos. Todo te lo tomas más relajadamente, porque sabes que más tarde o más temprano, si el bebé está sano, lo terminará consiguiendo todo.

Pues bien, a pesar de que alrededor nuestra veíamos como otros bebés de los mismos meses que la nuestra empezaban a gatear e incluso, se ponían de pie haciendo amago de andar, nosotros nos lo tomamos muy bien. Sobre todo, porque nuestra bebé, en vez de desplazarse gateando, lo hacía sentada. Arrastraba el culete e iba así de pancha por la casa.

Pero de repente, un día se tumba para coger algo y, mágicamente clava las rodillas en el suelo y descubre que puede moverse gateando. (A pesar de haberlo vivido con las otras, es un momento que no deja de emocionarnos. Ponerte al final del pasillo, llamarle y que venga gateando a ti es de esas sensaciones que te hace dar gracias por ser padre).

Y claro, de repente, recuerdas que eso del gateo trae más cosas, como el no poder despistarte ni un segundo porque ahora, todo lo que está a su alcance es un juguete para ella. Es capaz de descubrir una mota de polvo, una pelusa, una miga de pan en el suelo allí donde tú ves un suelo impoluto.

También, por más cuidado que pongas en los enchufes, siempre se te olvida tapar alguno. Y no sé que tienen (una compañera dice que para ellos los enchufes son como caritas que les miran) pero se lanzan como locos a tocarlos.

Luego, le rodeas de todos sus juguetes que hacen mucho ruido, tienen muchos colores, pero a ellos eso no les interesa, y se van hacia el mueble, a ver si pueden abrir la puerta o el cajón. Y si tienes uno de televisión, como nosotros, de Ikea que tiene todos los aparatos electrónicos a la vista, la tentación es irrechazable. Y toca todos los botones y te reinicia el descodificador o te abre el DVD, o te coge los mandos de la play...

O entra al baño y se pone de pie en la bañera y como todavía no tiene miedo, se pone a dar palmas. Y claro se suelta y ahí tienes que estar tú para cogerla antes de que se de un golpe.

Así que ahora estamos en esa etapa en la que no ganamos para sustos, porque se mete debajo de una silla y no sabe salir. O calcula mal y se da contra la pared al salir al pasillo. Pero lo peor no es esto, lo peor es que en nada de tiempo, un día, cuando se ponga de pie apoyada en algo nos cogerá los dedos y querrá ponerse a andar. Y ahí sí que la tranquilidad se irá a otro lado.

Eso sí, en casa, a pesar de toda esta tensión, estamos todos con una sonrisa permanente viendo como la bebé, paso a paso, o más concretamente, gateo a gateo se nos va haciendo mayor.


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